Cerramos la retrospectiva de 2010 con el modo en que Alberto Ammann vivía aquellos días la experiencia FiSahara:

Dajla, hoy sábado, día de clausura del festival.

Llevamos aquí sólo dos días, y un par de cosas vuelven a mi cabeza constante e irremediablemente… por suerte. La primera es que, como me lo he repetido toda mi adolescencia, viajar abre la mente. Tener la maravillosa sensación de vértigo, de replantearse creencias, dogmas, palabras santas y pensamientos. ¿Qué puede haber de malo en equivocarse si así hemos crecido siempre?

Aquí, en Dajla, la supervivencia no es gracias solo a la ayuda humanitaria, sino por la entereza del pueblo saharaui. Aquí lo poco que hay se comparte entre todxs. Aqui la gente se trata con cariño y respeto. Aquí la gente se detiene a meditar. Y no hay un solx niñx al que una familia no adopte como propio. Y yo, simplemente, me animo a preguntarme si con la vida que llevo, cada día que pasa, ¿qué es lo que va creciendo en mi? ¿la felicidad o el sufrimiento?