2009 y el anuncio de la primera piedra de la Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh parecía quedar lejos. Le siguieron su inauguración en FiSahara 2010 y los últimos flecos de equipamiento en FiSahara 2011… y en FiSahara 2012 ya pudimos admirar, orgullosxs, la primera generación de cineastas saharauis que encontraba su antecedente más inmediato en el propio Abidin Kaid Saleh (1954-2003), considerado el primer reportero de guerra saharaui, durante la guerra contra Marruecos.

Aunque aún restaba un mes para la finalización del curso, aquella primera promoción de la Escuela recibió durante la celebración de FiSahara sus diplomas (foto superior de José Medina). Una promoción, por otro lado, formada en la técnica más tradicional, pues el equipamiento con el que de manera solidaria se había ido dotando el centro se beneficiaba del boom de la era digital que en España, Cuba o Venezuela (países que donaron el material) había llevado a que las cámaras, mesas de edición y plató tradicionales pasarán a mejor vida… a una vida en el Sáhara.

Proyección en la Gran Pantalla del Desierto (Andoni Jaen)

Una de las alumnas, Heimu Mhamed, de 21 años, confesaba a ABC que «quiero aprender cine y luchar por mi pueblo para que otras personas sepan quiénes somos y dónde vivimos». Su primer cortometraje contaba el encuentro entre dos directores de cine, uno saharaui y otro marroquí, durante un festival de cine. El objetivo era «demostrar que el problema no es entre los pueblos sino entre los gobiernos».

Mohamed Salem Lansari interpretaba en aquella cinta al director marroquí. Mohamed había sido preso político en El Aaiún, hasta que consiguió huir de la represión marroquí y optó por instalarse en los campamentos de refugiadxs. Su estancia en Territorios Ocupados le permitió hablar bien el dialecto marroquí, lo que le hizo ganarse el papel. Y es que no sólo hablamos de realizadorxs, sino también de actores y actrices saharauis que, incluso y como vimos con Wilaya, ganaban premios internacionales.

Ensayo_CineSaharaui

 

Tener la mente siempre puesta en la causa saharaui y las limitaciones de localizaciones exteriores (desierto) o interiores (haimas) limitaban el proceso creativo, admitía el director español, Roberto Lázaro, algo que el cineasta Alejandro Calvo Sotelo, que se encargaba del módulo formativo en mayo, pudo comprobar: «Piensan en el cine por la lucha básicamente y esto les llega a la cabeza en forma de documental», como es el caso del corto más abajo, titulado Una noticia esperada y dirigido por las alumnas Lala Mohamed Fadel y Fatimetu Mohamed Moulud.

Aquello no era más que el principio, la constatación de que era un camino de ida y vuelta, de que como se titulaba el ensayo publicado en la Universidad de Alicante un año antes, en el caso saharaui, hablar de la revolución del cine es hacerlo del cine de la revolución.