Cartel oficial de FiSahara 2014, obra de Antonio Merinero (Toño) , ilustrador en diversos trabajos de Almodóvar.

La XI edición de FiSahara continuó la senda abierta un año antes (2013), con un claro enfoque hacia los Derechos Humanos (DDHH), y estuvo dedicada a Nelson Mandela. Contaría para tal ocasión con la presencia de Andrew Mlangeni, el que fuera compañero de prisión de Mandela, ambos condenados a cadena perpetua en el conocido proceso de Rivonia, por el que diez líderes del Congreso Nacional Africano fueron juzgados por 221 actos de sabotaje contra el régimen racista de Sudáfrica. Mlangeni tenía 89 años en 2014, lo que no fue obstáculo para que volara miles de kilómetros hasta el campamento de refugiadxs de Dajla para rendir tributo al Nobel de la Paz. De hecho, él mismo lo hacía cada día, luciendo en su muñeca una pulsera plateada con el número 46664, que era el asignado a Mandela en la cárcel (él tenía el 46764).

Pese a su edad, Mlangeni conservaba su espíritu combativo y así lo demostró durante su encuentro mantenido con la prensa. Recordada la necesidad de recurrir al enfrentamiento en Sudáfrica para derrocar la opresión, el activista no dudó en recomendar «a la juventud volver a a las armas», porque «ningún gobierno que esté en el poder lo cede voluntariamente, especialmente si la tierra que ocupa está llena de recursos», como el Sáhara Occidental. Una postura, por otro lado, que los distintos gobiernos del Frente Polisario han contenido durante décadas confiando – cada vez menos – en que la justicia internacional llegue por la vía pacífica.

Andrew Mlangeni durante la gala de inauguración de FiSahara (Carlos Cazurro)

La representación sudáfricana no quedó ahí: Además de proyectarse Invictus (Clint Eastwood), también pudo verse en la Pantalla del Desierto la cinta sudafricana Beyondf the picket Line, de Lentsoe Serote (2012) o disfrutar del concierto de clausura a cargo del músico de jazz sudafricano Jonas Gwangwa y su grupo, que sirvieron de teloneros de excepción para la gran Mariem Hassan.

El músico de jazz sudáfricano Jonas Gwangwa con su banda (Carlos Cazurro)

No fueron las únicas que sobrecogieron al público asistente, puesto que documentales como Dirty Wars de Richard Rowley (EEUU 2013) o The Square de Jehane Noujaim (Egipto, EEUU 2013), que fue finalista a los Oscar narrando las protestas de la plaza Tahrir en El Cairo, también expusieron con crudeza la violación de DDHH en otros rincones del mundo. Ello sirvió para saltar a medios como The Guardian, The Huffington Post o Al-Jazeera, entre muchos otros de ámbito internacional, contribuyendo a dar a conocer el conflicto.

Cartelera oficial de FiSahara 2014

Los lazos entre cineastas y activistas por los DDHH en todo el mundo continuaban estrechándose en FiSahara, al que aquel año acudieron David Riker (editor y co-guionista Dirty Wars), Mitko Panov (cineasta macedonio), Youness Belghazi (productor de 475 y componente de ‘Cinema guerrilla’), Nahla Mohaker (Organzación Witness), Salma Shamel (Colectivo Mosireen), Salma Said (Colectivo Mosireen), Inmaculada Chacón (escritora), Mohamed Daddach (activista saharaui), Sebastiâo Antunes (músico), Ana Wagener (actriz), Sergi López (actor), Moulud Yeslem (director Las flores del muro) y Mohamed Tayeb (Colectivo Zaytoungang).

Los realizadores de Legna: habla el verso saharaui recogen la Camella Blanca (Carlos Cazurro)

En una gala presentada por Ana Wagener, se alzaría con la Camella Blanca el documental de temática saharaui Legna: habla el verso saharaui, realizado por los profesores Juan Ignacio Robles, Bahia Mahmud Awah y Juan Carlos Gimeno. La película, que se estrenó oficialmente durante el festival, es fruto de cinco años de investigación, convirtiéndose en un relato de poesía audiovisual que recorre los elementos esenciales de la cultura saharaui, encadenando los versos recitados de forma rigurosa y evocativa en hassania y castellano por lxs propixs poetas. Invictus se alzaría con el segundo premio, siendo el tercero para Dirty Wars.

Mariem Hassan clausuró la XI edición de FiSahara (Carlos Cazurro)

Además, fue un orgullo para toda la familia FiSahara ver cómo la primera generación de cineastas saharauis proyectaba sus cortometrajes en la Pantallas del Desierto. L’Aarifa, del colectivo de ex-alumnxs de la Escuela de Cine Abidin Kaid Saleh, fue el primer premio en la categoría especial de realizadores saharauis. Lágrimas de Esperanza, de Kabarha Obleila, fue el segundo, y Mi cura está en mi enfermedad, de Sahara Salek, el tercero.

El festival seguía más vivo y más combativo que nunca. «Vosotrxs hacéis fotos, habláis con la gente, hacéis entrevistas y después volvéis a vuestro país y no habláis. Os quedáis con todo lo que habéis visto como una experiencia personal. Tenéis que contarle al mundo lo que está pasando aquí. Vosotrxs hacéis que este conflicto esté olvidado«, reprendía el sudafricano Mlangeni a la prensa asistente… algo que, afortunadamente no pasó. Seguimos en pie, recordando esta causa justa.