La Escuela de Pioneros del 20 de Mayo nació en 2017 con el objetivo de atender a niñxs de entre 12 y 16 años en riesgo de fracaso académico o abandono escolar, procedentes de diferentes situaciones sociales especialmente vulnerables. Situada en un antiguo edificio de entrenamiento militar a pocos kilómetros del campamento de Bojador, esta escuela fue el escenario en el que en febrero de 2020 FiSahara y Nomads HRC pusieron en marcha un taller de cine de Derechos Humanos de dos semanas de duración, dirigido a 51 alumnxs. En esta primera experiencia también participaron lxs niñxs de la Escuela Martir Jalil Sidahmed situada en el campamento de Bojador.

El objetivo era realizar un proyecto piloto que se pudiera replicar a otras escuelas una vez que la pandemia de COVID-19 lo permitiera. Esta iniciativa no habría sido posible sin el apoyo del Ministerio de Cultura Saharaui, la producción de NomadsHRC y la financiación de Movies that Matter, Dimes Foundation y la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui de Basel (Suiza).

No podemos olvidarnos de otra figura fundamental: el cineasta y terapeuta de arte Emilio Martí, bajo cuya dirección se rodó Pequeño Sáhara, un corto de animación en el que participó activamente el alumnado y del ya puede verse el teaser:

Martí ya contaba con experiencias previas de talleres similares para niñxs en otros campamentos de refugiadxs, por lo que supo diseñar una metodología participativa que combinó discusiones y proyecciones de animación con producción artística y narración de historias.

A través del cine lxs alumnxs conectaron su vida cotidiana con conceptos de DDHH que se relacionan directamente con su situación sociopolítica como refugiadxs. La meta era que, al finalizar el taller, todxs ellxs comprendieran conceptos complejos sobre los DDHH  internacionales a través de sus propias experiencias.

Ver ahora este adelanto de Pequeño Sáhara no sólo es motivante sino extraordinariamente esperanzador. Gracias a la labor del personal dedicado y de Emilio Martí sale a la luz todo el potencial de unos jóvenes cuyo talento pudo haberse perdido por su situación de vulnerabilidad. No ha sido el caso, demostrando una vez más cómo el cine es una herramienta transformadora que, en el caso de estos niños, facilita que se conviertan en agentes de cambio.

La experiencia ha sido inolvidable, contribuyendo al aumento de la motivación y la confianza de lxs niñxs que, a través del cine y su creatividad, se han descubierto a sí mismos, abriendo una nueva vía hacia los DDHH para el pueblo saharaui.