Se ha armado una gran revuelo con el plan de paz para Oriente Medio ideado por el caricaturesco Donald Trump, ese que él mismo ha bautizado como «acuerdo del siglo» en el que ni siquiera cuenta con Palestina. Un despropósito. La noticia ha saltado a todos los informativos, muchos de ellos criticando que EEUU reconozca como israelíes los asentamientos judíos de los territorios ocupados. Ahora pregúntense: ¿cuántas noticias han leído sobre el abandono de cerca de 160.000 refugiados durante 45 años en un desierto? Pues eso sucede con el pueblo saharaui y la ocupación ilegal de Marruecos del Sáhara Occidental. Por este motivo, el tema central de la edición de este año  (14 al 19 de abril) de FiSahara (Festival Internacional de Cine del Sáhara) es #RompamosElSilencio.

Ni siquiera la provocación por parte de Marruecos de apoderarse de aguas españolas puso el foco en cómo Mohamed VI ya se ha apropiado de las del Sahara Occidental. No interesa, puesto que la flota española está contribuyendo activamente a esquilmar bancos de peces aliándose con Marruecos, que mercantiliza con la Unión Europea con lo que no le pertenece. Eso tampoco es noticia. Eso también necesita que #RompamosElSilencio.

El tandem criminal Trump-Netanyahu es noticia porque ha corrido y sigue corriendo demasiada sangre en Palestina. ¿Acaso no ha corrido también en el Sáhara Occidental? Sí, pero desde el alto el fuego de 1991, cuando el Frente Polisario ganaba la guerra, sólo ha corrido de un lado: del pueblo saharaui. Las continuas violaciones de Derechos Humanos (DDHH) por parte de Mohamed VI son terribles, más aún con la escandalosa complicidad de la Comunidad Internacional: ¿Tiene sentido que la MINURSO (Misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sahara Occidental) sea la única misión de paz de la ONU que en sus directrices no contemple velar por el respeto de los DDHH? Marruecos tiene un cheque en blanco de torturas, represión y asesinatos. Y se lo cobra. Por eso este año, FiSahara hará todo lo posible para que #RompamosElSilencio.

El Muro de Berlín medía unos 155 kilómetros; el Muro de la Vergüenza que divide el Sáhara Occidental, más de 2.700 kilómetros (el segundo más largo del mundo después de la Gran Muralla China). Lo construyó Marruecos con ayuda de Francia, EEUU, Israel o Arabia Saudí, entre otros, sembrándolo con nueve millones de minas antipersona que ya se han cobrado la vida o han mutilado al pueblo saharaui. También contra eso FiSahara clama que #RompamosElSilencio.

https://youtu.be/i7xpiZOwVrA

El festival de cine, reconvertido en una auténtica cita de los Derechos Humanos con proyecciones bajo las estrellas, mesas redondas y encuentros con movimientos, cineastas y artistas de todo el mundo que han roto el silencio a través del cine, sigue confiando en que no sea necesario derramar más sangre, que no sea preciso volver a las armas para ver si, cuando el daño que inflige Marruecos se le vuelva como un búmeran, llegue la justicia internacional para el pueblo saharaui.

«Un activista irlandés entrega una carta escrita por un artista refugiado saharaui para el CEO de San León, una empresa de energía irlandesa que participa en el expolio de recursos naturales de su tierra, el Sáhara Occidental. Un padre retorna con su hija cineasta, por primera vez desde su infancia, a su pueblo natal de Mansourah en Argelia, del que fue expulsado por el ejército francés durante la guerra de independencia al igual que otros dos millones de argelinos. Una reconocida líder y ex presa política palestina narra cómo se organizaron las mujeres durante la Primera Intifada palestina, cuando prácticamente todos los hombres que habían liderado el movimiento estaban en la cárcel o muertos». Así me cuenta la directora del festival, María Carrión (de la ONG española Nómadas HRC), alguna de las proyecciones que podrán verse en la muestra, así como las películas saharauis producidas por el alumnado de la Escuela de Formación Audiovisual Abidin Kaid Saleh, levantada  en los campamentos de refugiados gracias a FiSahara en 2011.

Celebrar un festival de cine en un campo de refugiados es un milagro sólo a la altura del mismo pueblo saharaui, que después de 45 años de abandono a su suerte en condiciones de vida infrahumanas, continúa desplegando una generosidad y una hospitalidad como jamás he presenciado en mi vida antes. Es una cita a la que todas las personas que quieran pueden acudir –ya es posible reservar una plaza en el vuelo-, contribuyendo a que #RompamosElSilencio, a que el foco informativo vuelva a esta flagrante violación de DDHH ante la que ni siquiera el Gobierno español -y mucho menos su monarquía- ha mostrado la debida sensibilidad. Yo no me lo pienso perder; vengan y formen parte de la historia.

(Publicado en Público)