FiSahara y la Escuela de Formación Audiovisual (EFA) Abidin Kaid Saleh recibieron ayer el Premio González Sinde 2022, otorgado por la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. Tiba Chagaf, director de FiSahara y de la Escuela de Cine, María Carrión, directora ejecutiva del festival, fueron los encargados de recibir el galardón de manos del hijo del que fuera el primer presidente de la Academia, José María González Sinde.

Con este premio, la Academia reconoce a FiSahara «su extensa y esforzada trayectoria visibilizando, formando y entreteniendo a la población saharaui a través de su festival de cine, cultura y derechos humanos, y su dedicación a la educación con su escuela de formación audiovisual Abidin Kaid Saleh». En su intervención agradeciendo el galardón, Chagaf trasladó también su gratitud «a todo aquel que tuvo que ver con aquella locura que se empezó hace tiempo», en relación a FiSahara.

«En nombre de los refugiadas y las refugiadas saharauis, estamos enormemente agradecidos y orgullosos de todos aquellos hombres y mujeres que se dedican al séptimo arte y cada día nos demuestran que los hombres que hacen papeles ficticios se mojan más que aquellos que hacen papeles reales«, apuntó Chagaf, que advirtió que «nunca abandonaremos».

Carrión, por su parte, afirmó que «este festival ha sobrevivido durante casi dos décadas y va a seguir sobreviviendo porque camina firmemente hacia la libertad muy bien acompañado». La directora ejecutiva aprovechó la ocasión para agradecer al cine español su apoyo, «porque sin él, no habría sido posible FiSahara, que nació de un sueño compartido entre el pueblo saharaui, el mundo del cine español y el mundo de la solidaridad con el pueblo saharaui«.

 

Las bicicletas sin entregar

El presidente de la Academia, Fernando Méndez-Leite, fue el encargado de conducir un acto en el que la actriz Melani Olivares y el productor Álvaro Longoria dedicaron unas emotivas palabras al festival. Tras la proyección de un vídeo en el que otras figuras del cine español como Malena Alterio, Carlos Bardem o Juan Diego Botto daban la enhorabuena al festival y a la escuela, José María González Sinde entregó el galardón.

El acto motivó reencuentros como el de Roberto Lázaro, primer jefe de estudios de la Escuela de Cine, y Brahim Chagaf, alumno de la primera promoción y axctual director académico del centro.

Fue entonces cuando se produjo un momento especialmente entrañable, cuando González Sinde recordó como en su juventud, cuando trabajaba en los platós de rodaje, conoció a un guarda de seguridad llamado Abidin. Con el tiempo se hicieron amigos y el guarda comenzó a recoger bicicletas usadas para enviar a los campamentos de población refugiada. González Sinde le ayudó en esta iniciativa, aunque admitía que no sin cierto pudor por el estado en el que se encontraban algunas de las bicicletas que entregaba a Abidin, al cual todo lo que pudiera enviar a campamentos le parecía bien.

Aquel Abidin era Abidin Kaid Saleh, el reportero de guerra saharaui que fue pionero en la filmación de películas y que da nombre a la Escuela de Cine. Tras su herida de guerra y después de haber sentado las bases de lo que sería años más tarde el Ministerio de Información de la RASD, Abidin se trasladó a España, donde moriría víctima de cáncer en 2003, sin haber conseguido la nacionalidad española pese a contar con DNI español desde 1971.

Cuando González Sinde conoció a Abidin, ninguno de los dos podía haberse imaginado que años después una Escuela de Cine llevaría su nombre y habría formado ya a directores y directoras saharauis cuyas producciones se proyectan por todo el mundo. González Sinde cambió de trabajo, perdió el contacto con Abidin y no pudo entregar en mano aquellas bicicletas: «Valga ahora entregar este premio», indicó en la ceremonia, «para compensar aquello». Y el auditorio rompió en aplausos.