«Sabía que sufrían este injusto destierro, aunque no imaginaba un lugar tan inhóspito para vivir, ¡y menos durante 31 años! No se puede permitir que sigan así». Eran palabras de Carmelo Gómez para el que FiSahara 2007 se convirtió en su primer contacto con los campamentos de refugiadxs saharauis. La indignación era patente en la expedición llegada desde Madrid: en el caso de quienes llegaban por primera vez, mezclada con el asombro; en quienes repetían experiencia, con cierta desolación por comprobar el nulo avance de mejora año a año.

Proyección en la pantalla de interior (Xavier Gil Dalmau)

«Yo tenía 5 años cuando Marruecos invadió el Sáhara Occidental y en mi casa siempre hubo pegatinas a favor del Polisario. Ahora siento un poco de vergüenza del Gobierno español, que desamparó a este pueblo al no llevar a cabo el proceso de descolonización». De esta manera Willy Toledo denunciaba en las páginas de El Mundo la situación del pueblo saharaui. Él, como el resto de representantes del mundo de la cultura que llegaban a FiSahara, asumían con orgullo su papel de altavoz de la causa saharaui, sacudiéndose el protagonismo que acostumbran a tener para redirigirlo a sus anfitrionxs en pleno desierto del Sáhara.

Willy Toledo, con amigxs saharauis. (Foto: L. Faccio – El Mundo)

Ellxs, junto a todas esas personas que durante décadas han estado del lado del pueblo saharaui, representan una luz en la oscuridad, como los destellos entre dunas con los que, aquel año, el concierto de Mariem Hassan, la voz indómita del desierto, iluminó la hammada (foto que encabeza el post, de Xavier Gil Dalmau).

«Creo que el Gobierno de Zapatero no asume ni enmienda este error histórico. Y lxs saharauis se lo ponen muy fácil: sólo tiene que apoyarles en su derecho a celebrar un referéndum. En vez de eso, opta por ser neutral. Se ha dejado presionar por otros países, como Francia y Marruecos», Juanjo Puigcorbé en El País cargaba así contra el Gobierno español de turno que, con independencia de su color político, nunca ha estado del lado saharaui, abandonándolo a su suerte.

Sería en este mismo diario en el que se publicaría el manifiesto que, como cada año, redactaban lxs invitadxs al FiSahara y que aquel año estaría comandando por otra de las voces más comprometidas con el pueblo saharaui: Rosa Mª Sardá. «Desde que España abandonó el Sáhara, el pueblo español ha cumplido su papel. Sus Gobiernos, no. Ha habido, hay, tanta solidaridad como abandono político de los Gobiernos españoles», denunciaban en el diario.

FiSahara_2007_ElPais_2

 

Una injusticia internacional que gracias al festival llegaría a personas que más de tres décadas después, quizás, no conocían que «Marruecos está ocupando ilegalmente esa tierra, que no es suya, que es de lxs saharauis. Más de cincuenta resoluciones —cincuenta, se dice pronto— del Consejo de Seguridad  de la ONU y una del Tribunal Internacional de La Haya así lo atestiguan».

Concierto de clausuara con Amparo (Amparanoia).

Un altavoz, el de lxs famosxs, que desde FiSahara veríamos crecer desde dentro, con nuestro querido Guille Galván, que desde el principio estuvo trabajando en el equipo de producción del festival, bromeando con que su grupo, el entonces no muy conocido Vetusta Morla, clausurara FiSahara. Aquel año lo haría Amparo (Amparanoia) y sería la despedida de Guille, cada vez más absorbido por el proyecto musical. Sería un hasta luego, y nueve años después (2016) Vestusta Morla cerraría por todo lo alto la fiesta del cine del Sáhara… pero nos quedan muchos años por repasar antes de llegar a eso.