El campamento de refugiadxs de Dajla volvió a acoger, del 5 al 10 de mayo, FiSahara, que abordaba entonces su VI edición. Aquel año supuso un salto cualitativo por diversos motivos que iremos desgranando en los artículos retrospectivos de esta semana. El evento había sabido capitalizar el empujón mediático que Javier Bardem le había dado en la edición anterior y comenzaban a vislumbrarse algunos de los sueños del equipo. (Foto superior: Inauguración del Festival, de Roberto Lázaro).
2009 marcó un hito en lo que a la programación de películas se refiere, no sólo por su notable incremento y diversidad sino, además, por ser la primera edición en la que se proyectaron cintas realizadas íntegramente por saharauis. Este fue el caso de Belgha, la memoria viva de nuestro querido Man Chagaf, así como los cortometrajes Dehba de Abdalahe Mohamed Ahmed Danah, Carta de Ladjrab Mohamed, Las mujeres de las Jaimas de Salek Lehbib y Crímenes Acallados de Mohamed Moulud Yeslem. Además de la sección oficial, se sumaron a esta lista de películas las realizadas en la Escuela de Cine San Antonio de los Baños, los Cortos del Festival de Cortometrajes de Aguilar de Campoo y una amplia programación infantil. En total, casi medio centenar de películas internacionales.
En la VI edición del festival Che, Guerrilla, del director Steven Soderbergh, se hizo con la Camella Blanca. Asismismo, Al otro lado del Espejo, de la realizadora argelina Nadia Cherabi-Labidi; y la producción danesa-mexicana-sueca El Clavel Negro, dirigida por Ulf Hultberg, obtuvieron una primera y segunda mención especial, respectivamente.
El éxito de FiSahara era reconocido internacionalmente, incluso, por su mayor enemigo, Marruecos, que con el fin de intentar hacer sombra a la muestra saharaui en esos mismos días organizó un festival de cine en la ciudad de Dajla, en la parte bajo su control de la excolonia española y de la que el campo de refugiadxs toma su nombre. No sólo no lo consiguió, sino que terminó delatando una actitud «ridícula», en palabras de la ministra de Cultura de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD), Khadidja Hamdi, y que «sólo demuestra que nuestro festival tiene éxito y que su cada vez mayor repercusión en el mundo del cine y en los medios de comunicación les está haciendo daño y no saben cómo contrarrestarlo«.
No andaban las autoridades marroquíes de su mejor talante entonces, puesto que al fracaso de su festival improvisado se sumaba la presencia en FiSahara de una actriz marroquí: Farah Hamed, que protagonizaba la película de Chus Gutiérrez Retorno a Hansala. Notablemente emocionada tras el reconocimiento que recibió, Farah declaraba «estoy segura de que el pueblo marroquí no sabe la realidad de lo que pasa aquí. Me han dado mucho amor y yo correspondo pidiendo justicia«. No fue la única presencia marroquí, puesto que también se desplazó hasta el campamento de Dajla prensa del reino alauita.
Aquello simbolizaba el compromiso que multitud de personas, al calor del FiSahara, iba adoptando con la causa saharaui. Ejemplo de ello fue también Fran Perea, que repitió asistencia al festival y, no contento con ello, incluso rodó un corto con mujeres saharauis. Junto a él viajaron hasta Dajla Kira Miró, Elena Anaya, Dafne Fernández, Manuel Vicent, Willy Toledo, Eduardo Noriega, Fernando Tejero, Isabel de Ocampo, Alberto Amarilla, , José Luis García Pérez, Hugo Silva, Sergio Peris-Mencheta, Cristina Castaño, Álvaro Longoria, Fermín Muguruza, Javier Fesser y Macaco.
Precisamente estos dos últimos dieron otra muestra de compromiso. Macaco, que protagonizó el concierto de clausura de aquella edición, se alió a Fesser para rodar durante FiSahara el videoclip de su tema Mundo roto, algo que no resultó sencillo dados los medios, pero cuyo resultado fue extraordinario. Tanto como los bailes de Brahim Husseim, de 16 años, en la velada de la tradicional fiesta de las dunas. Allí bailaría sonriente, «apoyado sobre los hombros de sus compañerxs sin la pierna que le arrancó de cuajo una mina el pasado 10 abril, durante una marcha de protesta contra el muro marroquí en el Sáhara Occidental». Él, como el resto del pueblo saharaui, eran lxs protagonistas, «blancos de los flashes mientras los actores, actrices y directorxs volvieron a ser personajes anónimos, que pasean entre la muchedumbre sin sentirse agredidxs», publicaba El Periódico.