«Mi imagen pública vale mucho menos de lo que yo he recibido del pueblo saharaui, pero ahí estoy para todo lo que quieran. Sólo tienen que llamarme». Eran palabras del actor José Coronado, recogidas por el periodista Nacho Para en El Periódico. Coronado fue una de las muchas celebridades que en 2005 viajaron hasta el campamento de refugiadxs de Ausserd para celebrar la II edición de FiSahara (arriba, proyección en la Pantalla del Desierto – Pipo Fernández).
Aquella segunda edición del festival tendría que haberse celebrado del 16 al 19 de diciembre de 2004. Sin embargo, no fue posible. Las dificultades logísticas, de recursos humanos y materiales en la hammada pasaron factura y, pese a los grandes esfuerzos tanto desde el Sáhara como desde España, hubo que retrasar la celebración a marzo de 2005. La espera mereció la pena y aquel mes partirían dos aviones de 160 plazas desde Madrid a Tindouf con una auténtico abanico de nacionalidades: saharaui, venezolana, danesa, inglesa, sueca, peruana, italiana, española, senegalesas, argelinas y alemana.
FiSaharaElPeriódico2005«Los artistas, por segundo año consecutivo, han respondido a la llamada solidaria de este festival de cine, y han pasado tres días con lxs saharauis, sin luz eléctrica ni agua corriente, han comido su cus-cus y su carne de camello, han bebido su té y han compartido su larga espera«. De este modo la periodista María José Llerena informaba en El Mundo. Su crónica no podía haber comenzado del modo más crudo, recordando la antigua maldición beduina que reza «que Dios te condene a vivir en la hammada», es decir, donde vive el pueblo saharaui al que se ha arrebatado su territorio legítimo. Sin embargo, a medida que uno avanza en su lectura, descubre la generosidad del pueblo saharaui, la solidaridad del mundo de la cultura española.
Aquella edición reuniría a Iciar Bollaín, Maribel Verdú, Mercedes Sampietro, José Coronado, Lola Dueñas, María Barranco, Benito Zambrano, Pere Joan Ventura, Beatriz Santana, Alberto San Juan, Chus Gutiérrez, Cuca Escribano, Quintín Cabrera, Javier Ruibal, Javier Corcuera, Malene Vilstrup y Moussa Sene Absa.
«Lxs estadounidenses tienen sus Oscar, lxs franceses tienen su Palma de Oro y lxs españoles sus Goya. En el II FiSahara, el ganador de la mejor película recibió una Camella Blanca. No se trata de una estatua, sino de una verdadera camella«. De este modo relataba Samuel Loewenberg para el Times británico el peculiar galardón de este festival no competitivo cuyo ganador o ganadora acostumbra a donar a la familia saharaui con la que se ha hospedado.
En aquella edición, la camella iría a parar a la película senegalesa Madame Brouette, del realizador Moussa Sene Absa, la preferida del público y de un jurado popular saharaui presidido por su entonces ministra de Cultura Marien Salek (hoy gobernadora de la wilaya de Ausserd).
Fue una edición muy especial porque contó, además, con la presencia del presidente de la República Árabe Saharaui Democrática (RASD) Mohamed Abdelaziz. Una edición muy emotiva en la que la actriz Lola Dueñas presentaría la proyección de Mar Adentro comparando los 30 años de lucha de Ramón Sampedro con las tres décadas de exilio saharaui. Completarían el palmarés Aadat de Xisela Franco y Noé Rodríguez, y Poniente de Chus Gutiérrez.
No faltaría el concierto de clausura, con Quintín Cabrera, Javier Ruibal y Desechos; así como las mesas redondas que tanta expectación crearon desde el principio, como puede apreciarse en la imagen inferior.
Aquella segunda edición marcaría una hoja de ruta que, poco a poco, como el siroco desplaza la arena del Sáhara, terminaría por dotar al pueblo saharaui de herramientas nunca antes disfrutadas… como desvelaremos en un próximo post.