Cartel Oficial de FiSahara 2007.

Un mes de abril como éste en el que nos encontramos tenía lugar la IV edición de FiSahara. Corría el año 2007, del 10 al 15 de abril, y tras fletar dos vuelos charter desde Madrid, llegaba la expedición de 250 personas al desierto del Sáhara. Aquella edición recalaría en Dajla, el campamento de refugiadxs mas alejado de Tindouf, y comenzaría a cuajar el mensaje, sonando alto y claro en los mas diversos medios: «Este festival nació sin vocación de permanencia. Nos gustaría que éste fuera el último y que el próximo fuera en algún cine del Sáhara Occidental, en un Sáhara libre», aseguraba el codirector del festival, Javier Corcuera, durante su presentación en el Círculo de Bellas Artes de Madrid.

El realizador peruano relataba cómo «cada festival es como si fuera el primero, porque cada año lo organizamos en un campo de refugiadxs diferente». Ello implicaba una gran esfuerzo logístico por parte de ambos equipos, el que trabajaba desde España y el que lo hacía incansablemente desde los campamentos. Por eso, aquel año, cuando llegaron lxs compañerxs desde Madrid y unos arcos a la entrada del campamento con la inscripción FiSahara 2007 les dio la bienvenida se apoderó la emoción. La idea de Tiba Sidihaiba y el resto de su equipo, siempre al pie del cañón, avanzaba la calurosa acogida que esperaba.

Montaje de la Pantalla del Desierto con tablones de madera.

Se trataba ya del cuarto año, el festival cogía cada vez más fuerza y, según detallaba Corcuera, «a lo largo de estas ediciones hemos perfilado la programación, con países invitados como Cuba y Argelia, mientras que este año incluimos una retrospectiva de cine africano». Pepe Taboada, codirector de FiSahara y presidente de CEAS-Sahara, no podía evitar su satisfacción al indicar que «cada vez más gente quiere participar. Este año también contamos con la participación de América Latina y el próximo año también contaremos con cineastas del resto de Europa».

Sería aquel el primer año para Willy Toledo, una de las voces más comprometidas -y queridamente ruidosas- de la causa saharaui, hasta el punto de que en años venideros compartiría codirección. Le acompañaron Carlos Iglesias, Salvador Calco, Belén López, Iñaki Guevara, Carmelo Gómez, Esther García Rodríguez de la productora El Deseo, Silvia Abascal, Pastora Vázquez, Laura Virué, Rosa María Sardá, Amparo Sánchez de Amparanoia, Sagrario Luna, Susy Alvarado, Verónica Forqué, Juanjo Puigcorbé, Lola Marceli y Judith Diakhate.

FiSahara_2007_ElMundo

 

Para buena parte de ellxs era su primer viaje a la hammada y actrices como Silvia Abascal indicaban que «estamos muy ilusionadxs por formar parte de esto, pero también nos invade una sensación muy desoladora porque vemos a un pueblo desterrado y en el exilio». Otros, como Willy tachaban de «surrealista, excesivo y forzado»  cualquier intento de comparar FiSahara con un festival de cine tradicional, en primer lugar, porque aquí lxs habitantes de los campamentos son los verdaderos protagonistas. 

Cartelera de FiSahara 2007.

Aquel año, el jurado popular lo tuvo tan complicado que el primer premio fue compartido por Hacia el mundo con tus ojos (Astrid Oster, España 2006) y Azur y Asmar (Michel Ocelot, Francia-Italia-España 2006). Recibirían también mención especial El rumor de la arena (Jesús Prieto y Daniel Iriarte, España 2006), Ranvio D´appelle, Reenvío de llamada (Omar Zamou, Argelia) y Viva Cuba (Juan Carlos Cremata Malberti e Irradia Malberti Cabrera, Cuba-Francia 2005).

FiSahara 2007

 

No podemos olvidar, sin embargo, el entusiasmo colectivo que despertó la cinta de docuficción ¡Espera Fati! , de la española Ana Rodríguez, tal y como relataba Ana Mª Nimo en su crónica para El Mundo. El público asistente disfrutó del relato de la vida de una familia del campamento de Smara, proyectado en la Pantalla del Desierto que se había levantado unos días antes. El objetivo se conseguía: llevar la cultura y el ocio a una población olvidada y, al mismo tiempo y «aunque FiSahara dure unos pocos días, hacer llegar al resto del mundo la dimensión de este problema, y la necesidad de que se solucione, porque llevan muchos años en una situación que no debería continuar», concluía Corcuera.