2006 fue un año muy especial para FiSahara: entre sus invitados contó con Eduardo Galeano (foto superior de Iker Amas), el periodista y escritor uruguayo que nos regaló su arte, su sabiduría, admirado por la belleza de un pueblo como el saharaui y de un festival como FiSahara, al que calificó de «lindísima locura».

Niñas saharauis en su haima, leyendo el programa de FiSahara (Ángel Trotter)

Galeano tuvo un protagonismo muy especial durante la clausura de aquella edición, a la que asistió el presidente de la RASD, Mohamed Abdelaziz. El escritor cargó duramente contra los responsables del abandono saharaui: “El mundo se divide entre gente indigna e indignada», aseguró. A su modo de ver y como nos recordaban lxs amigxs del Poemario Por un Sáhara Libre, indignos son «los políticos y magnates que mantienen la patria de la antigua colonia española en manos marroquíes». Por su parte, «indignadxs, quienes luchan para que acabe tan categórica injusticia, que pone en tela de juicio la autoridad y crédito de las mismísimas Naciones Unidas”.

Público saharaui asistiendo a una de las proyecciones de interior (Ángel Trotter).

El escritor asistió de primera mano a la injusticia que padece este pueblo desde hace décadas, sintiendo la amargura, esa indignación a la que él mismo se refería. Galeano habló de una población «despojada de su tierra y de sus derechos, víctima de la impotencia de la ONU que ha visto como mil y una resoluciones de apoyo a este pueblo no se cumplían». A sus ojos, aquella situación, el hecho de que Europa y, especialmente España, no hubieran reconocido la existencia de la República Arabe Saharaui Democrática (RASD) era un auténtico «escándalo».

Público durante una de las proyecciones (Leonardo Faccio).

«Sólo 82 países del mundo han tenido el mínimo acto de sentido común de reconocer este gobierno, de decir que existe», recordó Galeano en la clausura. Más duro fue con España, a la que acusó de «abrir la puerta a la invasión de Marruecos». El que se convertiría en una auténtico paladín de la causa saharaui no dudó en criticar la «la cultura de la impotencia» y «la dictadura invisible del miedo», recordando cómo «los cinco países con derecho a veto en la ONU, esos que velan por la paz mundial, son los cinco principales fabricantes de armas».

De aquella estancia de Galeano en el campamento de El Aaiún durante FiSahara surgiría Muros, convertido ya en un auténtico manifesto en defensa del pueblo saharaui, con el que el escritor uruguayo arremetía contra el Muro de la Vergüenza, «el Muro de Marruecos, que perpetúa el robo de la patria saharaui por el reino marroquí y mide sesenta veces más que el Muro de Berlín». Por ello, por denunciar cómo «Marruecos ha robado un país» y mucho más, la deuda del pueblo saharaui con Galeano es impagable, aunque en su inmensa humildad, él siempre pensara que era a la inversa.