Concentrar en un mismo espacio a tantos activistas comprometidxs con la defensa de los Derechos Humanos (DDHH) no es una tarea sencilla; hacerlo, además, en un campamento de refugiadxs en el desierto más duro de la faz de la Tierra, es una labor titánica. FiSahara lo consiguió una vez más en su XIII edición, reuniendo a un grupo humano internacional que, además de traernos sus obras, desplegaron toda su profesionalidad, su honestidad y su generosidad compartiendo sus conocimientos con el pueblo saharaui.
La directora, fotógrafa y activista palestina (Gaza) Riham Ghazali y la cineasta saharaui Hayetna Mohamed Deidi impartieron la tercera edición del taller Cineastas del Desierto, especialmente dirigido a mujeres sin conocimientos previos en cómo grabar y montar con teléfonos móviles pequeñas piezas informativas, de consulta y de comunicación. Un taller que, además, contaba con una clara perspectiva de género, empoderándolas y compartiendo sus obras, proyectándolas el último día del festival.
Aquel año, el taller de Videoactivismo (Advocacy) y Derechos Humanos, impartido por la coordinadora del programa de WITNESS para la Región MENA (Oriente Medio/Norte de Africa), Raja Althaibani, y la ex gestora de WITNESS Media Lab y gestora del proyecto Watching Western Sahara, Madeleine Bair, hizo un especial énfasis en los métodos de verificación necesarios para que los vídeos sean utilizados por organizaciones defensoras de los DDHH, organismos de la ONU y medios de comunicación internacionales.
A la experiencia con que ya contaba el proyecto WITNESS, se presentó entonces el de Watching Western Sahara, nacida para visibilizar vídeos grabados por ciudadanos periodistas en el Sahara Occidental ocupado para públicos internacionales, sobre todo monitores de DDHH y medios de comunicación. Periodistas como el colectivo Equipe Media , «Somos el brazo mediático de la resistencia civil pacífica saharaui”, afirmaba a El País Nazha El Khalidi, uno de sus miembros.
Hubo otros talleres, absolutamente multidisciplinares, como el titulado El ABC del cine, impartido por el actor y realizador mauritano Salem Dendou, dirigido a jóvenes saharauis interesados por la imagen y el séptimo arte, para que aprendieran las bases de la producción fílmica, así como el análisis de la imagen, dando como resultado el cortometraje inferior.
La música, como había sucedido el año pasado gracias a la colaboración de Rototom, también estuvo muy presente. En la XIII edición del festival, el taller Música para la resistencia tuvo como profesor al músico y productor palestino Osloob Abdelrahman, que tomando el rap como hilo conductor, se enfocó en en crear una pieza de hip-hop con la temática de la edición del Festival Pueblos Ocupados: Memoria y Resistencia.
A este taller le acompañaron el de Cine comunitario, Red de cine comunitario de América Latina y del Caribe, a cargo de Sergio Sánchez, de Producciones Kaminu, que dirigía la escuela de cine comunitario del proyecto Ojoalsancocho (Ciudad Bolivar, Bogotá, Colombia). Su objetivo era empoderar a la comunidad saharaui con la herramienta del cine participativo para que niñxs, jóvenes y adultxs usen el cine comunitario como medio para visibilizar y difundir la causa saharaui y como un modo de resistir y preservar su identidad cultural. De esta manera se conectaba al Sáhara con la Red de cine comunitario de América Latina y el Caribe.
Un granito de arena, impartido por Beatriz Medina, Carlota Mercado, Daniel López y Julia Zapatero, con niñxs de entre 10 y 14 años; y el taller de Cortos para niños y niñas de la Asociación Cultural Canaria Gran Angular completaron la lista de formación, culminando con la clase magistral de la cineasta iraní Rokhsareh Ghaemmaghami, que abordó los límites de la subjetividad en el documental. Una cuestión que ella misma se planteó durante el rodaje el documental Sonita, la historia de una niña afgana cuyo sueño de ser rapera está a punto de ser truncado por el deseo de su familia de que se case.
Aquella edición también sirvió para presentar otro proyecto ambicioso: Solar Cinema Western Sahara, con el que se pretendía llevar el cine a todas las wilayas del Sahara durante todo el año, gracias a un vehículo equipado para realizar proyecciones utilizando energía solar.
Y no podemos terminar nuestro repaso al activismo que se dio cita sin mencionar a nuestros payasos de cabecera, los entrañables y combativos Pallasos en Rebeldía, cuyo cabecilla con red roja, Iván Prado, aseguraba que «los payasos somos los verdaderos cascos azules de la humanidad».