Tal y como avanzábamos ayer, la XII edición de FiSahara tuvo el honor de contar con la participación de Nora Morales de Cortiñas, cofundadora y presidenta de las Madres de Plaza de Mayo. Invitada a través del Festival de Cine y Derechos Humanos de Argentina, a sus 85 años, esta luchadora no dudó un instante en volar desde Argentina y desplazarse hasta los campamentos de refugiadxs para escenificar la unión de dos pueblos que luchan contra la injusticia: el pueblo argentino y el saharaui.
Entre sus desgracias, ambos tienen una lista interminable de personas desaparecidas «siempre presentes», como repite una y otra vez Nora. Por este motivo, el encuentro de la argentina con las familias de saharauis desaparecidxs fue emocionante, pues en ninguno de los dos frentes la lucha ha cesado. En el caso del Sáhara Occidental, más de 1.000 saharauis desaparecieron entre los años 1975 y 1991 a manos de Marruecos, según las Asociaciones de Familiares y, aunque cientos fueron posteriormente liberados, aún se busca a más de 400. Este es el caso del padre de Fathma, cuya historia relató durante aquella edición al programa Países en Conflicto de Radio 5 (audio inferior).
Portando la fotografía de su hijo Gustavo de un lado para otro del campamento, Nora fue sembrando la wilaya de Dajla de entereza, de orgullo y dignidad que vinieron a fortalecer a un pueblo como el saharaui que siempre ha hecho gala de tales valores. «Lxs saharauis no tienen libertad. Ese muro que construyó Marruecos, ese muro infame, cruel, les evita poder visitar a sus familiares, poder entrar o salir de su país. Me parece que, en el siglo XXI, de ninguna manera puede seguir habiendo países colonizados», declaraba a Cuarto Poder.
Un Muro de la Vergüenza al que en este espacio nos hemos referido en diversas ocasiones y contra el cual, en cada edición del festival, se elevaba una sonora protesta, consiguiendo que la prensa internacional se haga eco de este espanto. Protestas, por otro lado, que lxs amigxs de Pallasos en Rebeldía siempre tuvieron claro, desde el inicio de su colaboración con FiSahara en 2012, que podrían hacerse de las más diversas maneras. En aquella edición se unió a esta comitiva de la sonrisa Pepe Viyuela, que compartía la visión de Iván Prado y sus colegas de Pallasos en Rebeldía, al afirmar que «la risa es una herramienta muy valiosa y útil. Si en medio de un conflicto alguien siente que puede reír todavía, más allá del momento puntual de la risa, se produce una mirada hacia adelante, todavía hay ánimo y capacidad de levantarse».
Como en otras ediciones, fueron hasta el pie de este muro de 2.720 kilómetros y más de 7 millones de minas antipersona y realizaron lo que Iván mejor saber hacer: «Apetece saltar el muro con los zancos, pero nos limitamos a una acción poética para reforzar la lucha de los pueblos y poner en tensión a los opresores. El payaso siempre quiere más, más risas, menos límites…. No vamos a ir más allá, por respeto a la generosidad de lxs saharauis». Según explicaba a eldiario.es, «siempre tienes la sensación de querer hacer mucho más. Lanzas tartas de nata, te pones narices rojas, te desnudas y sientes libertad, pero siempre queda cierta frustración de no hacer algo más«. Y, sin embargo, tanto han hecho estos Pallasos por el pueblo saharaui…
Como también ha hecho otra figura en la que lxs jóvenes saharauis se miran: Yslem, el rapero saharaui que ya en 2011 clausuró el festival en compañía de El Chojin y que también lo hizo en esta ocasión, bajo el paraguas de Nosotros Family Crew (formado por M.C Saharaui Yslem Hijo del Desierto, El Profesoul y DJ Sunshine). Se trataba de una iniciativa dentro del proyecto Música para la resistencia, patrocinado por Rototom Sunsplash, que en 2015 se implicó activamente con FiSahara.
«Universe of justice, universe of peace, universe of love…». Los niñxs corean una y otra vez este estribillo que resuena como una letanía entre las cuatro paredes de adobe. «Venga, otra vez, repetimos. Vamos a hacer versos de cuatro frases», les dice Yslem a sus alumnxs». De este modo arrancaba la periodista Ana del Barrio su crónica para El Mundo, en la que contaba cómo estos artistas no sólo se limitaron a dar un concierto de clausura, sino que también dedicaron su tiempo a la grabación de un videoclip reivindicativo y a impatir un taller de rap a lxs más pequeñxs.
Quizás, alguno de aquellos alumnxs, un buen día, escriba una canción con las palabras con las que Nora de Cortiñas cerró aquella edición dedicada a la Justicia Universal: «Ahora y siempre, ahora y siempre… ¡hasta la victoria siempre! ¡Venceremos!».